libre albedrío
El concepto de la libertad de la voluntad humana está rodeado de las más diversas opiniones.
Por un lado, algunas de nuestras religiones y cosmovisiones mitológicas más extendidas enfatizan el hecho del libre albedrío del hombre, mientras que otras visiones postulan una clara determinación. Así, las creencias que se basan en la idea de la ley eterna del mundo (como el hinduismo y el budismo) justifican la existencia respectiva conformada por las diferentes dependencias del hombre. Este pensamiento hace que el hombre parezca, en un principio, a merced de su destino, y así se justifica significativamente la visión hindú del sistema de castas, que permite que las personas estén ligadas a la misma clase social durante toda su vida en virtud de su respectivo nacimiento.
En contraste con esta determinación hindú del hombre, el Buda Gautama, que consideraba el sistema de castas como una institución creada por el hombre y, por lo tanto, lo rechazaba, se opuso al hinduismo. Sin embargo, los fundamentos de la enseñanza de Buda se basaban en la idea de la ley eterna del mundo, que se caracteriza por las relaciones de causa y efecto y rechaza un Dios creador eterno y absoluto.
A estos puntos de vista se oponen las religiones monoteístas (por ejemplo, el judaísmo, el cristianismo y el islam), que reconocen que la creación ha sido creada por un autor.
Si se consideran ambos puntos de vista fundamentales desde el punto de vista del posible libre albedrío, se pueden extraer conclusiones diferentes.
El planteamiento monoteísta de la "caída en desgracia" del hombre no puede verse sin el hecho fundamental de la libertad de elección. Aquí, sin embargo, la mirada crítica y no dogmática puede plantear la pregunta de por qué el Creador dio primero la posibilidad de elección en principio, para luego -siguiendo la dogmática respectiva- castigar la decisión que a "sus" ojos era errónea -y esto, además, con "clanes" ("hasta el séptimo miembro"). Esta concepción del espíritu humano como creador se basa, en mi opinión, en un supuesto insuficientemente reflexionado, que los profesores de teología también deben reconocer como "verdad". "Te he creado a mi imagen y semejanza" no implica la proyección del comportamiento humano en sentido inverso a Dios. Esto sería un silogismo (falsa inversión: todo zorro tiene cola - todo lo que tiene cola es un zorro).
Acercarse a la verdad de Dios desde un punto de vista religioso-dogmático (es decir, humano) conlleva siempre e inmediatamente la incompletud, si se sigue el pensamiento de que sólo hay UN camino hacia la verdad. Y sin embargo, los "líderes" religiosos de todo el mundo presumen de difundir la verdad eterna (y cada uno de ellos, según su respectiva fe, también la única verdadera). El posible sentido del libre albedrío quedaría así desvirtuado y, por tanto, inútil, porque inexistente.
Si acudimos a los conocimientos modernos en el campo de la investigación de la conciencia, la anatomía del cerebro y los mecanismos biológicos de acción a nivel cerebral, los últimos descubrimientos en estos campos indican que los organismos biológicos (como los humanos) están atados en sus decisiones. Las conexiones funcionales de carácter bioquímico-eléctrico parecen indicar que no es exclusivamente la mente la que guía al cuerpo, sino que las interacciones entre ambos también se producen en sentido contrario. Entonces, ¿nuestras funciones mentales están en verdad determinadas por los respectivos procesos bioquímicos del organismo?
Condicionalmente. No se puede negar el hecho de que ciertos estados de conciencia dependen, por ejemplo, de las hormonas o los neurotransmisores. No es necesario explicar esta circunstancia con el ejemplo de las drogas psicotrópicas; el ejemplo de la intoxicación es suficiente para ilustrarlo. Los procesos neuronales alterados -basados en las diferentes reacciones bioquímicas-eléctricas desencadenadas por la intoxicación- del cerebro hablan un lenguaje claro en la experiencia del individuo.
Por lo tanto, la conciencia puede estar determinada por la fisicalidad. La idea de interacción interdependiente me parece la más adecuada, es decir, que ambas formas de ser (conciencia y cuerpo - software y hardware) son mutuamente dependientes y están en comunicación reactiva.
Otra posible indicación de la condicionalidad del hombre la ofrece la astrología desde la antigüedad. La idea de que la existencia humana está determinada por la constelación respectiva de las estrellas más cercanas aparece en la historia en casi todas las culturas, comunidades y generaciones humanas. Esta noción existe en el espacio Y en el tiempo; por lo tanto, no debe excluirse como una posibilidad potencial, sino que debe ser objeto de consideración individual.
En resumen, tengo la impresión de que las relaciones mutuas entre el cuerpo, la mente y el alma siguen ciertas leyes y, por tanto, son predecibles. Esta circunstancia justifica así la existencia de la psicología cognitiva, por ejemplo, y por otro lado implica el motivo de la "predeterminación" de toda la existencia. Esto implica, por tanto, una síntesis entre la tradición religiosa del Lejano Oriente y la prueba científica. En este caso, las religiones iluminan la visión macroperspectiva de la existencia, mientras que las ciencias pueden conducir la prueba de la concepción religiosa casi desde la visión interior. Ambos enfoques no se contradicen en absoluto, sino que se complementan. Esto subraya la importancia de un necesario diálogo intensificado entre las religiones y las ciencias.
El Buda Gautama reconoció estos mecanismos y por ello fundó su condicionalismo integral, basado en la causa y el efecto.
""El hombre está arrojado a su tiempo"
Martin Heidegger
"Quien siente la esclavitud de la voluntad está loco - quien la niega es estúpido".
Friedrich Nietzsche
