El legado...

Fue en la época en que el mono se convirtió en hombre. Y en la víspera de convertirse en hombre, el mono volvió a reunir a todos los animales a su alrededor para despedirse de ellos. Mañana me convertiré en hombre, les habló con nostalgia, y vosotros me dejaréis a todos y evitaréis, y surgirá una lucha entre mi semilla y la vuestra.

Sí, una lucha! rugió el león.
Queréis ser más que nosotros! gruñó el rinoceronte.
Tendrás que pagar por ello! repitió venenosamente la pulga.
Dejémoslo! dijo el mono con un toque de cansancio indescriptible,
y celebremos juntos hoy una fiesta de paz y alegría.
Que así sea! gritaron los animales y se agolparon de forma bondadosa y benévola alrededor del hermano que se iba y le preguntaron si no podían hacer algo bonito por él o darle algo.
Entonces el mono se sintió aún más triste, se sentó bajo una palmera y comenzó a sollozar miserablemente. Una profunda compasión recorrió el corazón de los animales.
Queremos consolar al pobre hombre", comenzó a decir la oveja, y se adelantó hacia el hombre que lloraba.
Durante mucho tiempo la oveja miró a los ojos del mono, y luego dijo "¡Lleva mi imagen siempre en tu corazón, así será como si yo siguiera viviendo contigo y en ti!
El camello siguió a la oveja, miró profundamente a los ojos del mono y le dijo lo mismo.
Y el buey, el asno, el cerdo, el pavo real, el ganso, el tigre, el lobo, la hiena y muchos otros animales se acercaron, y cada uno de ellos miró profundamente a los ojos del mono y le dijo solemnemente "Lleva mi imagen siempre en tu alma, así será como si yo siguiera viviendo contigo".
Los últimos en acercarse fueron el león, el águila y la serpiente.

El mono apenas podía mirar por los ojos a causa del cansancio, y cuando la serpiente se despidió, se sumió inmediatamente en un profundo sueño. Pero unos sueños confusos y terribles le asustaron, y hacia el amanecer se levantó de su campamento medio dormido y se dirigió a tientas al manantial cercano.
Con los ojos, cuyo velo la clara conciencia no podía aún rasgar, se miró en el espejo de agua, que, ligeramente movido, reflejaba su imagen.

¡Cómo se veía! Allí flotaba en ondas temblorosas la imagen de la oveja simplona - o - ¡no! Era el feo camello, que le miraba con rasgos arrogantes desde las olas. En seguida le pareció el tigre sediento de sangre que se veía a sí mismo en las inundaciones, y apenas miró más de cerca, era un pavo real que batía su vana rueda hacia él.
Por fin un rayo de sol se abrió paso entre los árboles, y el mono despertó de su estado de ensoñación. Asombrado, se frotó los ojos e inmediatamente quiso subir al siguiente árbol gigante, cuando su mirada se posó en el manantial. Entonces se dio cuenta de que se había convertido en un hombre de la noche a la mañana.

(Christian Morgenstern, (1871 - 1914), escritor, dramaturgo, periodista y traductor alemán).